Profesionales de la desinformación o aficionados a la posverdad

Durante un tiempo me estuvo rondando la cabeza lo que entendemos como un “profesional”. ¿Cómo podríamos diferenciar fácilmente entre una persona profesional y una diletante o aficionada? Estoy cansado de oír “profesionales” en los medios que sólo son opinadores (y muchas veces repitiendo argumentarios de partidos o lobbies). “Una mentira repetida mil veces se convierte en verdad” – J. Goebbels, ministro de propaganda nazi. Hoy, añadiríamos, se convierte en posverdad.
Pensando en el tema, creo que lo que hace a una persona un profesional en su desempeño se puede definir con dos características: rigor y constancia. Rigor, o precisión, porque sus trabajos se ajustan a lo exigido y correcto. Constancia porque no lo hace de manera esporádica, sino que es metódico y continuo. No creo imprescindible que haya una titulación (imposible para algunos desempeños) o que la persona viva de ello (por desgracia, hay muchos profesionales en el desempleo o realizando otras tareas para poder vivir).

Así pues, ¿Nos informan profesionales? ¿O buscamos más el chascarrillo y opiniones que los datos reales?

¿Somos conscientes que, en el día a día, nos estamos dejando llevar por la desinformación o posverdad? (supongo que resulta una pregunta curiosa viniendo de un técnico en marketing).

Añadiré aquí una anécdota para cerrar la introducción. Hace unos meses leí una publicidad dónde una vecina, queriendo mostrarse como profesional en algunas terapias alternativas, recurría a anunciarse como “erudita de (tal maestra)”. Supongo que anunciar que había sido alumna suya le parecía poca cosa y prefirió “retorcer” el diccionario para usar una palabra con más caché: erudita.

Volviendo al tema. Los medios de comunicación, incluidos los públicos, hace tiempo que dejaron de tener “una función pública de informar” para convertirse en herramientas de propaganda interesada. Unas veces con publicidad directa, otras veces con programas y tertulianos más o menos subliminales. Incluso a los que nos “informamos por Internet”, también nos cuesta salir de una decena de medios habituales que, como no, también tienen un sesgo más o menos marcado. No nos ponen fácil llegar a conocer la información básica. Cuándo sales de “tus medios de confort”, hay tanta información/opinión mezclada que cuesta trabajo y tiempo conseguir algo en limpio. Y no hay ganas para tanto esfuerzo.

Este tema no es relevante para muchos temas, pero cuándo se tocan aspectos fundamentales de tu vida (salud, economía, familia, bienestar general, sociedad), debiera ser imprescindible.

Pongo un ejemplo. En Nerja tenemos la oportunidad de informarnos, de primera mano, de los puntos que se van a tratar en los próximos plenos municipales. Un grupo político se reúne a puerta abierta dónde una concejala desgrana los puntos que se van a tratar, aporta información de los mismos, acepta preguntas y recibe opiniones. Por desgracia, no asiste una muchedumbre a informarse.
Luego, desde 2015, los plenos se realizan por las tardes, se informa unos días antes de los puntos que se van a tratar y se llama a la asistencia de los vecinos. Tampoco se llena el salón (quitando alguna ocasión llamativa). Otro partido sube a su canal los vídeos de los diferentes puntos tratados y tampoco reciben muchas visitas.
Eso si, si algún personaje o página decide hacer hincapié en un punto o detalle (aunque no sea verdad), las redes se inflaman con opiniones, la mayoría emotivas y no fundamentadas, cuándo no faltas de verdad.

La posverdad está convirtiendo en estadistas (ahora llamados “influencers”) a auténticos mendrugos. Y la cosa parece ir a más.

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