Tenemos una asignatura pendiente con la Filosofía y nuestros jóvenes.

Simplificando la definición de la RAE, entiendo la Filosofía como el método para enseñar a pensar por nosotros mismos. Y esto, pensar por nosotros mismos, lo considero imprescindible para que nuestra sociedad pueda superar este bache de populismos, demagogia, fanatismos y egoismos que “disfrutamos” actualmente.

Un amigo, monitor deportivo y entrenador desde hace muchos años, comenta que se debe facilitar el deporte base hasta hacerlo casi básico: “Un niño que tiene partido un sábado o domingo, no se queda hasta las tantas la noche anterior. Un joven que se siente integrado en un equipo deportivo desarrolla una vida mas sana y se siente más fuerte emocionalmente para enfrentarse a estudios y desafíos de la vida y la calle” – dice casi textualmente.
Parafraseándolo, podría decir que una persona a la que se le enseña las reglas y las trampas de la lógica, el discurso y el conocimiento, está más preparada para evitar ser engañada, manipulada o explotada. Y no sólo para beneficio propio sino que, seguramente, intentará aplicarlo al resto de la sociedad.

Algunos de los libros de Filosofía de mi época.

Leo en VozPopuli una entrevista al director de la Fundación del Español Urgente (la Fundéu es una fundación que ayuda a encontrar soluciones lingüísticas –en temas de actualidad- para periodistas y profesionales de la palabra): “Un país que todavía se cuestiona la filosofía como asignatura, tiene que tener algún fallo”. Recuerdo que me enervó enterarme, en 2015, que una reforma política de los planes de estudio echaba prácticamente a la Filosofía de la escuela. En la pasada primavera se abrió un claro de luz cuando, también políticamente, sereconocía que se había obrado mal y que la Filosofía volverá al bachillerato yla ESO. Pero son todavía propuestas.

¿Exagero? No lo creo. Si hacemos caso al estudio “¿Para que sirve enseñar Filosofía?” (de la Boston University, en español), el profesor Félix García Moriyón concluye que su enseñanza en jóvenes les ayuda a trabajar en hasta 41 dimensiones básicas de la persona: razonamiento deductivo e inductivo, comprensión y producción del lenguaje, fluidez de ideas, pensamiento abstracto, complejo e integral; toma de riesgos, autocontrol; cooperación; cordialidad; capacidad de reflexión; etc. Todos ellos, conceptos básicos muy necesarios hoy en día.

(fuente)
Quizás todo esto venga porque, para mí, hablar de Filosofía es recordar a los maestros que me la enseñaron. Y, en especial, a María Luisa; una gran mujer de cuerpo menudo que se atrevía (hace 30 años) a proyectar una película sobre embarazos y abortos a chavales de 15-16 años y, tras ello, hacernos pensar y razonar nuestras propias creencias y opiniones. Y no fue la única experiencia de este tipo. Por cierto, tan acostumbrados a encontrar casi cualquier cosa en Internet, no he podido encontrar apenas nada sobre ella. Sólo una referencia indirecta en el libro “Docentes que dejan huella” (de unproyecto homónimo de la Consejería de Educación en Málaga) que, como curiosidad, dedica su portada a la que fue maestra en Nerja, Agustina Urbano Navas.

Mira por donde, levantando la mirada más allá de nuestras fronteras, vuelvo a encontrarme el pueblo.

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