Somos unos monstruos

Venimos de unos monos que se pelean entre ellos por ser el macho de la manada. Si hacemos caso a la Biblia, ya los dos primeros hermanos se pelearon a muerte. La mayor parte de nuestra historia como Humanidad se basa en guerras y lucha por el poder (sometimiento). Así, ¿pueden extrañarnos nuestras reacciones de ira y odio?

Hace unos días hemos sufrido unos atentados en nuestro país. Nos afecta más porque las víctimas hablan nuestra lengua y puede haber familiares o conocidos entre ellas. Nuestra reacción animal nos lleva a la ira y a desatar lenguas contra los responsables… directos. Buscamos en sus rasgos, su lengua, creencia o lugar de nacimiento un rasgo que nos diferencie. No son como nosotros, nosotros no hacemos esas cosas, y tienen que tener un castigo, ellos y “los suyos”.

Pero ¿Hay unos suyos? ¿Quiénes son los nuestros? Sinceramente no me siento del mismo bando de quienes defienden unas ideas matando, pero tampoco junto a unos miserables que buscan salir a la calle a pegar patadas y destrozar vidas a quienes tengan la piel un poco más oscura o no recen al mismo díos. ¿Sientes como alguien tuyo a quien se excusa con cualquier acto miserable para ofender y criminalizar al extranjero?... Yo, no.

Nos estamos convirtiendo en una sociedad que ante un acto macabro (puede ser un accidente de tráfico, un atraco o un deleznable acto de terrorismo) primero piensa en registrarlo (grabarlo, hacerle fotos, conocer detalles, etc.) antes de reaccionar al acto en sí, en cómo ayudar o en tener empatía con las víctimas y respetar y devolverles su dignidad. Que ante el último atentado, tuviera que salir la policía a pedir que no se difundieran fotos y que no se informara de dispositivos policiales, es de vergüenza. Propia y ajena. Y que lo haga un mindundi todavía tiene un pase; que lo hagan periodistas y medios de comunicación de primer orden, es para hacérselo mirar. ¿Hacemos algún favor a las víctimas, o al resto de la sociedad, con ese comportamiento?
(Inciso. Me comentaba un amigo guardia civil que no podía hacerme cuenta de cuántos accidentes había por conductores que se quedaban mirando los detalles de otro accidente anterior)

¿En qué momento hemos permitido que nos pase esto? Consideramos normal querer dividirnos en bandos. Tener sentimiento de afiliación (pertenecer a un grupo) va en nuestros genes; generar odio por los otros grupos, no. Y no nos equivoquemos. Es raro quien no tiene un instante de ira o desmesura ante una atrocidad, pero debería ser mucho mas raro, y rechazable como sociedad, si seguimos tiempo después con esa ira. Si escribimos comentarios racistas o que atentan a otros por el hecho de ser o pensar diferentes, o nos hacemos eco de ello en nuestras redes, estamos alimentando un mundo de odio. Y nuestra historia ha demostrado que eso no lleva nunca a buen fin.


Termino recordando una leyenda atribuida al pueblo indio Cherokee:

“Le preguntó el niño al abuelo como hacía para ser tan sabio. El le respondió que cada día luchaban dos lobos dentro de él: uno aterrador, violento y agresivo, lleno de rabia e ira; otro calmado y respetuoso, compasivo y constante. El nieto volvió a preguntar: -¿Y cómo sabes quien gana, abuelo? El que tú alimentes – sentenció.

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